lunes, 15 de abril de 2013

La espada sin filo

Hoy es una nueva noche en la que siento mi mano aferrar el mango de la espada. Una nueva noche en la que siento en la yema de mis dedos el hormigueo de alzar la voz al cielo, deshilvanar las mentiras y los miedos, romper muros y destrozar ventanales.

Es una noche de volver a la libertad de no sentir trabas, ni miedos ni esclavas. Se desata la lucha contra un ser invisible y ajeno que dista mucho de encontrarse cerca. Estudio el campo de batalla y trazo el curso de acción. Es un arduo combate, una lucha suicida en la que se que jamás seré vencedor pero en la que siempre me adentro. No tengo miedo a la pelea, no tengo miedo a las heridas o a caer en combate. Tan solo temo que mis acciones no hagan mella, que no sean lo suficientemente heroicas como para cambiar el curso de una batalla. Se que nunca ganaré la gran guerra, pero guerrillero soy, de los de montaña que se esconde en cuevas y lanza ataques desesperados y locos.

Hoy saco de su vaina mi espada sin filo. Por ti que no sientes la fuerza, por ti que te hundes en ti mismo y te asfixias con una cuerda de seda. Lucharé por ti, por tus fuerzas usurpadas y por la promesa de volver a ver risas en tu cara.

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