miércoles, 31 de octubre de 2012

Se mezclan las ganas con la imposibilidad. Me pilla dormido el deseo de las letras y los poemas se asfixian sin llegar a la garganta. Los relatos se amontonan en el rincón polvoriento, donde aguardan los demás, y los personajes de ficción se sientan en el banco de cedro, bajo el árbol plateado que creció de las historias que dos locos de amor se mandaban.

Achaparradas son las horas de la noche y la lectura se alargará hasta despuntar el alba. Bebamos del néctar que nos ofrecen y ya veremos si mañana sacamos el alambique para destilar nuestra propia cosecha con la que emborracharnos y brindar con los demás.

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