Hecho un poco de menos a mi yo del pasado. Al yo creativo, al yo inquieto, al yo preocupado. Al yo que quería a la gente sin ni siquiera conocerla. Al yo cargado de sonrisas que compartir. Al yo de las ilusiones, al yo determinante y al yo que no tenía miedo de caminar por la cuerda floja.
Fue una etapa dulce y oscura. Se bien porqué dejé atrás todo aquello, se bien porque procuro no volver. Lo intenté en más de una ocasión y dejé que aquel mundo me tragase hasta un profundo agujero. Lejos de hacerme libre y feliz parecía consumirme. ¿Por qué? Nunca entendí el motivo por lo que algo que me gustaba parecía sumirme en el caos de mi alma y me consumía hasta los huesos. Me apartaba de la luz, de las sonrisas, de la alegría. Algo estúpido, la verdad.
Por ello lo abandoné. Maté a un yo artista por un yo sereno. Tal vez todo se debió a no saber focalizar y encauzarme.
¿Cuántas personas habitan dentro de mí?
Hoy creo que escaparon todas. Por qué si no habría de sentir tanto vacío que querer llenar.
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