sábado, 23 de mayo de 2009

Cutrecuento

"Vida de perros"

Que alegría. Hoy voy a salir otra vez de paseo. Uno de mis amos, el más grandote de ellos, me ha puesto la correa y me ha dado un par de palmaditas en el lomo y me ha frotado la tripita. ¡Como me gusta que me forten la tripita!

Bajando las escaleras iba delante mi mami humana. Es la que más me saca a pasear y la quiero muchísimo. Pensé en que tal vez también se viniera pero cuando cojimos el camino que usamos siempre ella se separó y yo me quedé muy triste. Tambien quería que se viniera pero no huvo manera. Me senté, gemí e incluso ¡ladré! pero no vino.

En poco tiempo se me pasó por alto eso porque el grandote se puso a trotar y yo le seguí. Como soy muy competitiva me puse a correr todo lo rápido que podían mis patitas cortas y por algunos momentos creí que le ganaba pero enseguida me adelantó así que me puse a olisquear lo que tenia alrededor y el paró y se agacho para acariciarme otra vez. Por lo visto le gusta tanto como a mi correr.

Encontré a un perro. Yo quería jugar y hacer amigos. Aun no tengo ningún amigo. Me acerque y le olí el morro y enseguida él se puso muy eniesto y serio. Yo quería jugar pero su forma de comportarse era extraña y me daba miedo... creo que era un viejo salido snif snif. Aun así yo no quería pensar en ello pero mi amo tiró de mi para que no me pasara nada malo....

Corrimos otro poquito hasta que me cansé bastante y volvió a aparecer otro perro. Esta vez me quedé sentada y mirandolo para ver si así era el quien se me acercaba pero me ignoró por completo y yo me quedé muy muy triste. Mi amo dijo unas palabras que no entendí y me dió un abrazo y yo le pegué un mordisco en la cara que pareció no gustarle porque me dejó otra vez en el suelo. Pero no me regaño ni nada. Simplemente dijo esas palabras raras que dicen cuando no tengo que hacer algo. Pero después me acarició un poquito y seguimos caminando.

Encontré a otros dos perros. Uno cuidaba la entrada a una casa yla otra estaba suelta. La más pequeña, que estaba suelta me ladraba y estaba muy firme, desafiante. Me miraba con desprecio y soberbia. Pero la otra era aun peor. Me enseñaba sus dientes filados, tiraba de su cadena como si quisiera romperla y matarme. Me insultaba y gruñia con una fuerza que daba miedo. Primero me agaché, para ver si con una pose un poco más sumisa podría hacer algun amiguito... pero ni aun con esas. Mi amo tiró otra vez de mi y yo comencé a caminar otra vez muy triste, porque no había conseguido hacer ningún amigo a lo que el grandullón me acarició un poco y empezó a trotar y yo me puse a correr también. Se me fueron un poco las tristezas de aquella tarde. Pero ahora, sentada en el tejado de mi caseta pienso... ¿qué hay de malo en mi para que me traten así?

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