miércoles, 30 de marzo de 2011

Olvidos

Algunas veces me encantaría poder olvidar. Dejar de almacenar en mi memoria tantos y tantos recuerdos. Esas conversaciones pasadas por las calles de una ciudad lejana. Los cafés en los bares o las cervezas en el 100 montaditos junto a la catedral. El hablar en inglés sobre la luna llena, aquella que vi en pleno día tan cercana mientras en bici pedaleaba camino a clase.

Olvidar el olor a café que desprendía muchas veces al hablar. Su tono alto y agudo y como se hacía más suave y dulce conforme las horas del día la iban agotando hasta tornarse un murmullo acogedor que te abrazaba a las puertas del sueño.

Olvidar las risas, los buenos momentos, las tonterías que yo hacía, las sonrisas ocultas y las palabras no dichas que brotaban en silencio de nuestros labios parlanchines. Los suyos siempre más que los míos.... si es que ni dormida calla y a mi nunca me gustó interrumpir una disertación aunque también tenga mucho que decir. Así pasa, que después, al terminar yo ya no sé de que hablar.

Olvidar su existencia, la sombra que crea, las alturas inalcanzables para nadie. Olvidar la al fin y al cabo.

Mala buena memoria la mía que ahí quedará por siempre y nuevas historias se crearán entre nosotros hasta que alguno parta al otro de un portazo o el más allá nos reclame.

¿Yo?.... Intentaré ser feliz cuando esos recuerdos me asalten e intentaré vivir mi presente. Aun así, quisiera poder olvidar.

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